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Llega un punto en donde te cansas de esto: el vaivén entre la pena y la alegría, el placer y el dolor, la tristeza y la felicidad.
Llegado ese punto empieza tu disciplina interna: el esfuerzo de auto observación y atención constante sobre el propio estado y sus fluctuaciones.
Llega un punto en donde le descubrís el truco a esto y, poco a poco, se va corriendo el velo de ilusión que reacciona a algo como alegría y a otra cosa como dolor; la reacción atutomática de agrados y rechazos sobre seres, objetos y situaciones: entonces tu Paz se vuelve más constante, tu carácter firme, tu visión más clara.

Asentado este estado, se llama ecuanimidad. La ACEPTACIÓN de lo que ES, como ES, es automática; independientemente de los gustos y preferencias.
Entonces, y solo entonces, somos terreno fértil para el Amor.

Entonces somos un poco más libres de lo que creemos que somos; de reacciones y automatismos. Entonces, y solo entonces, podemos decir que conocemos un poco la LIBERTAD.



Benjamin Waltcheff
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