Es habitual, natural y benéfico que a través de la práctica de YOGA se produzca la liberación/manifestación de emociones largamente comprimidas. Angustia, tensión, miedos, ira y otras tantas cuestiones que han sido relegadas a un plano inconsciente, al olvido. Pero recordemos que nuestro sistema no tiene capacidad de olvido.
El aislamiento de algunas zonas del cuerpo físico mediante la CONTRACCIÓN muscular (contracturas, rigidez), y aparente “olvido” de esa parte y las cualidades de la conciencia relacionadas a ella, es el mecanismo que utiliza nuestro sistema para comprimir la angustia psicoemocional derivada de las dificultades que tenemos para lidiar con ciertos aspectos de la Vida. Otra forma de "olvido" reflejada en el cuerpo físico se puede dar a través del polo opuesto a la contracción: ausencia de tono muscular.
El sedentarismo es otro factor clave en el desarrollo de estos factores, aunque no tanto como la tensión interna producto de lo no resuelto; tensión que está presente incluso en personas que llevan una vida físicamente activa.
Llevar conciencia a esas zonas relegadas al olvido a través de la postura adecuada, respiración adecuada y atención adecuada, nos da la posibilidad de irrigarlas nuevamente de vida y recuperarlas como parte sana, consciente y activa de nuestro sistema.
La práctica invita a una indagación permanente, algo que difiere mucho de moverse mecánicamente o buscar el placer inmediato de sus efectos como mecanismo de evasión.
Este proceso de limpieza puede ser duro por momentos, pero el éxito está garantizado a quien persiste. Éxito, como sinónimo de Ecuanimidad, Aceptación y Claridad de visión: la verdadera felicidad, aún en medio de las dificultades.
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